Así como se recomienda no manejar alcoholizado y/o drogado, es importante no estar detrás del volante si se está cansado. Según pruebas neurológicas realizadas en simuladores de conducción en ruta, un nivel bajo de hidratación y glucosa reduce la atención al manejar en un 50%, mientras que aumenta la agresividad en más del 60% y provoca un 30% más de posibilidades de descarrilamiento.
En caso de sentir agotamiento o sueño, lo mejor es parar para descansar y aprovechar para estirarse con el objetivo de reducir los síntomas de fatiga durante el viaje. También se recomienda hacer una pausa durante los trayectos largos, en lo posible cada dos horas, lo que ayuda a mantener la capacidad de atención y aumenta el tiempo de respuesta ante un obstáculo en un 26%.
Junto con el descanso, otro de los factores que más afecta a la fatiga del conductor es la deshidratación. De hecho, los estudios constatan que una hidratación insuficiente puede provocar las mismas reacciones al volante que cuando se conduce bajo los efectos de determinados niveles de alcohol. Niveles bajos de hidratación adelantan la aparición de fatiga en un 50%, con la consiguiente pérdida de atención. Del mismo modo, un tercio de los conductores deshidratados evaluados cometieron más errores que el resto de conductores, y se efectuaron un 17% más de frenadas bruscas.
Algunos consejos útiles para evitar este tipo de problemas son los siguientes:
- Evitar conducir tras una larga jornada laboral. Es transcendental emprender el trayecto habiendo dormido al menos siete horas.
- La posición al volante y comodidad dentro del auto son fundamentales para reducir la fatiga. Se recomienda ajustar de manera correcta el asiento y volante.
- Manejar de forma relajada y no intentar recuperar el tiempo perdido en un embotellamiento.
- Debido a que gran parte de los accidentes ocurren en el último tramo del trayecto, es importante estar alerta hasta llegar al destino.