dom 22 de diciembre de 2024

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Test drive

Prueba Bentley New Flying Spur en pista

Probamos uno de los sedanes de más lujo y exclusividad del mundo.

Prueba Bentley New Flying Spur en pista

Este año en nuestro especial de Lo Mejor de 2013 juntamos modelos realmente exóticos como este sedán de ultra lujo. El Flying Spur perdió el apellido Continental –al igual que su símil coupé, el GT- cuando se presentó en el Salón de Ginebra de 2013 y aunque está basado en la generación anterior del mismo, es un auto muy distinto y mejor solucionado en tema de diseño en la parte trasera.

Mientras que el Bentley Mulsanne se mantiene como el buque insignia de la marca, el Flying Spur será el sedán de “acceso” a la marca. Entrecomillamos ya que su precio empieza muy alto y puede terminar donde le guste el cliente ya que las opciones son bastante amplias y onerosas.

Si bien Bentley siempre será una marca que es fácil de reconocer, el anterior Flying Spur podía pasar por “discreto” hasta cierto punto, en esta nueva generación definitivamente es imposible. Los rasgos del frente ahora son más afilados y la parte trasera nos recuerda al Mulsanne. Esté donde esté, tiene una presencia y porte inigualables que grita lujo a todo pulmón.

Si por fuera luce espectacular, una vez que abrís la puerta de este sedán, la atención por el detalle en las terminaciones, materiales y diseño te dejan boquiabierto. Todo lo que podés tocar en el interior está hecho para darte esa sensación de tener lo mejor posible y el ensamble (que se hace mayormente a mano en la fábrica de Crew, Inglaterra) es prácticamente perfecto.

Al tener forma de sedán, significa que aunque el cliente podrá pasar alguna parte de su tiempo manejándolo (que por cierto es una delicia pero ya llegaremos a ese punto), sin duda pasará más tiempo atrás, dejándose consentir por los cómodos asientos y disfrutando del espacio para las piernas que ofrece el Flying Spur –que además se puede ampliar al controlar la posición del asiento del acompañante delantero.

La vida en la parte trasera es muy relajante y la suspensión –regulable en altura y firmeza- se ocupa de que se mantenga así. Más de uno nos proyectamos leyendo el diario camino al trabajo o simplemente viendo una película durante un viaje largo en las pantallas opcionales y el sistema de audio Naim (también opcional).

Sí, el Flying Spur está hecho para disfrutarse desde el asiento trasero, pero el sello característico de la marca es que además tenga cierto manejo deportivo y el slogan que en lo personal me parece perfecto para describirlo: “effortless power”. Bentley es el fabricante de motores de 12 cilindros más grande del mundo y aunque se han preocupado por hacer del W12 de 6.0L más eficiente, de todas formas entrega 616 CV a 6.000 rpm y 800 Nm de torque a solo 1.700 rpm. Se deshicieron de la transmisión automática de seis velocidades para sustituirla por la excelente y bien probada ZF de ocho relaciones.

El empuje del motor no es como el que pueda ofrecer un auto deportivo, agresivo y súbito, en cambio el W12 ofrece tanto torque que la entrega es progresiva y nunca parece terminar. No olvidemos que este Flying Spur pesa casi tres toneladas y que con la tracción integral y el motor, logra un tiempo de aceleración de 0 a 100 Km/h de 4.6 segundos y una velocidad máxima de 320 Km/h, números que son más comunes de ver en súperdeportivos.

La suspensión se puede regular más rígida o suave, pero a diferencia de otros autos en los que se hace mediante un modo de conducción, en el Bentley Flying Spur es regulable en muchos pasos para que realmente se adapte al gusto del cliente.

Probamos la suspensión en todos los pasos disponibles y mientras el modo más suave definitivamente lo dejaríamos sólo para ciudad, el más firme sí entrega una conducción más deportiva que usaríamos para salir a la ruta.

La pista sin duda no es el mejor lugar para el Bentley, pero nos sirvió para sentir realmente el agarre del sistema de tracción integral (que manda más tracción al eje posterior que al delantero), los increíbles frenos (gigantes para detener este trasatlántico), la aceleración y respuesta del motor con la transmisión de ocho velocidades (misma que probamos hace un año en el GT V8).

Manejar este impresionante Bentley, que además ahora cuenta con más “juguetes” como el control remoto trasero desde el cual se controla absolutamente todo lo del auto y que es compatible con una app de Smartphone, ha sido una experiencia inigualable. La forma en la que entrega el poder, se maneja y está terminado con los mejores materiales y atención al detalle son únicos de la marca. Desgraciadamente el precio lo pone lejos de cualquier sueño cercano posible –al menos que nos ganáramos la lotería, quizás también por esto es que disfrutamos tanto de manejar este exclusivo sedán de ultra lujo.

Héctor Mañón Fotos: José Luis Ruiz recomienda