dom 22 de diciembre de 2024

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Test drive

Mercedes-Benz SLS 63 AMG 2011 a prueba

¿A quién no le gustaría tener el Pace Car de la Fórmula 1?

Mercedes-Benz SLS 63 AMG 2011 a prueba

El relatar esta prueba de manejo es simplemente sublime, ya que pocos han sido los elegidos para poder conducir en una pista la joya de la corona del feudo de Daimler AG en Stuttgart, denominada SLS. Autocosmos es uno de esos pocos elegidos para ponerle las manos encima y conocer de qué es capaz.

Empecemos por la siguiente pregunta ¿Qué quiere decir SLS? En alemán significa Sport Leicht Sonderklasse y traducido al español es Deportivo Ligero y de Serie especial.

Antecedentes

Remontémonos a la época de la Posguerra, cuando toda la industria alemana se reinventaba, la industria automotriz aprovechaba algunos de los adelantos en la aviación de la extinta Luftwaffe, hablando específicamente de los sistemas de alimentación de combustible en los motores. Mercedes-Benz necesitaba un modelo icónico que lo representaría en las más famosas competencias del mundo como la Mille Miglia,  la Targa Florio ambas en Italia, las 24 horas de Le Mans en Francia y la Carrera Panamericana en México, un auto diseñado por Rudolf Hulenhaut que fue llamado 300 SL y después apodado "Alas de Gaviota" por la silueta que formaban ambas puertas abiertas, el "Gullwing" en un inicio fue sólo un vehículo de carreras, para afianzar la imagen de la marca, pero por insistencia del importador de Mercedes-Benz en los Estados Unidos el 300 SL se llevó a producción en el período de 1955 a 1963, fabricándose 3.258 autos de ellos 1.400 fueron coupé o "Alas de Gaviota" y 1.858 convertibles.

Es simplemente un auto exótico, línea agresiva, precio alto -más no exorbitante- un motor poderoso y una mecánica capaz.

El SLS retoma sus orígenes tanto en formas como en materiales de construcción, deja a un lado el uso de materiales compuestos presentes en su antecesor el SLR McLaren. Su renacimiento se da sobre una estructura de aluminio denominada Space Frame que pesa tan sólo 241 kilogramos.

El dieño exterior es totalmente reminiscente al diseño del SL de los cincuenta, incluso varias tomas de aire laterales y la parte delantera remiten inmediatamente a ese modelo.

El interior es de talante básico y minimalista, nobles materiales como la piel y el aluminio están presentes, los asientos tienen una estructura de magnesio y están tapizados en piel fina, los instrumentos son bastante tradicionalistas, dos grandes circunferencias, una para para el velocímetro que marca 360 km/h y otra para el tacómetro que marca hasta las nueve mil rpm, pero la zona roja está a las siete quinientas, ambos son análogos y de fácil lectura. Al centro del cuadro de instrumentos y en la consola central aparecen las pantallas de cristal líquido, para informes de fluidos vitales del auto o la cartografía del GPS

Bajo el inmenso capot, que mide casi dos metros de largo se aloja un V8 desarrollado por AMG de 6,3 litros (en realidad son 6.208 cc) que es capaz de generar cifras descomunales tales como 571 Cv a 6.800 rpms de potencia y 667 Nm a 4.740 rpms, de torque.

La transmisión es de doble embrague con accionamiento robotizado de siete cambios y la fuerza de tracción llega al eje posterior por un cardán de fibra de carbón.

La velocidad tope del SLS ronda los 317 km/h y la aceleración de 0 a 100 km/h es de 3,8 seg.

Tras el volante

El situarme en el puesto de mando del SLS me hace poner un poco nervioso, es un auto de más de 255 mil dólares y frente a mi hay una pista de carreras, en el momento que pulso el botón de encendido miles de pensamientos rondan mi cerebro, el primero de ellos al escuchar el ronroneo del V8 que acaba de cobrar vida es: ¿Por qué Merecedes-Benz no habrá lanzado este auto con un descomunal V12? otra pregunta que surge es ¿Por qué el SLS tiene 571 caballos de fuerza y su antecesor -el SLR- tenía 625 caballos?

Las preguntas se responden casi al mismo tiempo que hundo el acelerador para tomar la recta del circuito, el ligero ronroneo del V8 se ha convertido en un escandaloso bramido metálico, hay dos testigos latentes de la rápida aceleración, la aguja del tacómetro y mi estomago.

¡No le hace falta un V12! Con el V8 que porta es más que suficiente, aunque al cliente que paga los 255 mil verdes que vale el SLS no se que tanta gracia le hace que un Clase C 63 AMG (W 204) de la tercera parte del precio comparta la misma planta de poder.

El manejo es divertido, neutral pero siempre latente que la fuerza esta justo a nuestra espalda, el balance de pesos es ideal y hay cero torsión de la carrocería al abusar un poco de la física en las curvas.

La transmisión es de doble embrague robotizada, con paletas al volante, la rapidez del cambio es notoria y en cambios descendentes la caja efectua automáticamente el clásico punta-talón.

En conclusión, el SLS es el justo reconocimiento al pasado deportivo de Mercedes-Benz, definitivamente es un clásico desde su concepción y hablando en plata, una buena compra que hará sentir un poco envidiosos a los que se bajen de un Ferrari del doble de precio y que llamen la mitad de la atención. ¡Ahh se me olvidaba comentar, tiene interfase para el iPod también!